miércoles, septiembre 26, 2007

¡¡¡¡Y van y aplauden!!!!

No voy a contar una odisea de esas de viajes en avión porque ni es el caso, ni tampoco hace falta... En realidad, la cotidianeidad de los viajes en avión es lo suficientemente jodida como para escribir cinco o seis posts, cuarto y mitad de comentarios y seis o siete páginas de periódicos. No soy ningún damnificado de ningún retraso (por suerte) de los muchos que día a día ocurren en cualquier aeropuerto del mundo, pero hay cosas que queman la sangre...

Volar es un coñazo, así de simple. Supongo que para cualquier persona que no se haya montado en un avión, todavía conserva ese halo de romanticismo, pero volar apesta. Y lo digo también en sentido literal, en muchas ocasiones, dependiendo de la dirección y sentido (jejeje, cuñita física) del vuelo, el avión apesta, vamos, que huele mal. Y si no, os emplazo a acercaros a cualquier avión que venga de Punta Cana y meter la nariz después de siete u ocho horas de vuelo... creo que el avión lo tiran directamente a la basura y cogen uno nuevo, porque... ¡vaya tela!

Pero quitando el aspecto olfativo del asunto, volar es un sufrimiento cercano a la experiencia de volver de Cádiz en el tren después de una noche de sábado de carnaval, jejeje. Para empezar, es caro. Sé que hay compañías de vuelos baratos y todo eso, pero después de un año de vivir en München y mirar muuuuuchas páginas de vuelos baratos te das cuenta de varias cosas:
- Por cada vuelo barato de verdad, hay trescientos millones de vuelos caros que siempre se ajustan mucho mejor a lo que necesitas, pero claro, pagando el precio.
- Si quieres volar barato no puedes tener ningún tipo de atadura. Y cuando digo ningún tipo de atadura me refiero a que no tienes trabajo, no tienes clases ni nada por el estilo, porque cualquiera no puede viajar los miércoles a las 4 de la madrugada y volverse un martes a las 2 de la tarde alegremente...
- Para volar barato hay que estar al loro de cuando salen las ofertas (los miércoles de madrugada, normalmente), y estar dispuesto a comprar el billete con una antelación tan grande que por el camino podrías tener hijos, criarlos, mandarlos a la universidad, morirte y que el billete lo usen ellos (pagando el recargo por el cambio de titular, si es que esta opción es siquiera posible); o bien comprar el billete con una antelación tan pequeña que te vas al aeropuerto con una maleta donde combinas el anorak de plumas con el bañador playero y compras un vuelo barato al primer destino disponible.

Como uno es joven todavía, pues se amolda a este tipo de cosas y mas o menos vuelas sin dejarte el sueldo por el camino y te vas al aeropuerto rezando porque no haya overbooking o para que las 3 combinaciones que has de hacer para ahorrarte 100 euros no te estallen en la cara y te quedes mas tirado que una colilla en cualquier aeropuerto y buscando un vuelo que te devuelva a casa por mas del doble de lo que te habías ahorrado por no pillar un vuelo directo.
Y es en el aeropuerto donde comienzan todos los males. Un sitio donde te tratan a patadas y como si fueras un delincuente, olvidando que todo el tinglado se sostiene porque hay gente como tu que PAGA y mantiene el chiringuito.
Como llegues medio tarde al mostrador de facturación (medio tarde es menos de hora y media antes de la salida "programada") te chupas una cola del copón para entregar tu maletita a unos señores que se van a dedicar a patearla, arrastrarla y golpearla hasta la saciedad durante todo el trayecto que separa el boquete en la pared por el que desaparece tan apaciguadamente hasta que vuelve a aparecer por otro boquetito sobre la cinta de recogida de equipajes. Lo que entregaste siendo una maleta nueva, impecable, del paquete... se convierte en un amasijo sucio, arañado, roto y machacado en muchos casos... ¡si aparece! Porque eso es lo verdaderamente triste, que tal y como están las cosas, si aparece resoplas de alivio y se te olvidan los destrozos que sufrió por el camino y rezas para que cuando lo abras no tengas pasta de dientes y colonia esparcidos por todo el neceser.
Con tu billete en la mano te vas para el control de entrada de la terminal cargado con las bolsas que tuviste que sacar de la maleta para aligerar el peso (solo el de la maleta, que luego las bolsas las subes al avión igualmente) porque el del mostrador te dijo que con mas de 20 kilos hay que pagar, y empiezas a desvestirte. Literal. Yo me quito el reloj, el cinturón, el colgante, procuro no ponerme vaqueros con botones en la cremallera y me calzo unos tenis, porque si no, pita. Y según el aeropuerto que estés, es malo o peor, porque en Barcelona, por ejemplo, te obligan a quitarte los zapatos por tal de no agacharse a escanearte con el escaner portátil, o en München, mas de la mitad de los que pasan el control tienen que aguantar que los cacheen, y para colmo, un tio, joder, ya puestos a dejarme sobar, por lo menos que lo haga una mujer (aunque teniendo en cuenta el sex-appeal medio de la vigilante de seguridad, casi que mejor que no). Y luego para nada, porque en Jerez por ejemplo, puedes pasar una bomba de relojería por el escaner que ni se coscan... están siempre de chachara con los guardia civiles y miran mas bien poquito el monitor. Yo he pasado cuchillas de afeitar sin ningún tipo de problema. Y diréis, ¡cuidado! ¡que miedo! ¡que me atacan con una cuchillas de afeitar y estos desalmados están dipuestos a una locura, a afeitarnos las cejas a todos, o algo así! Pues si, tenéis razón, la probabilidad de que te maten con una cuchilla de afeitar es igual que la probabilidad de que alguien muriera de una explosión de coche en "El equipo A", pero luego te ocurren cosas como que te quiten un tarro de mostaza dulce en el control.:
- ¡¡¡Muahahahahahaaaaa, soy tan malo que estaba planeando embadurnar una salchicha blanca en mostaza y sodomizar con ella al piloto. Lastima que los del control son tan eficientes que han frustrado mis planes!!!

Hay que joderse. Y te dicen que te quitan la mostaza por tu seguridad... Sera que me ven gordo y no querrán que me de una trombosis... O le pasa como a uno que vieron mi hermana y mi cuñado en Londres, que le llegaron dos "gorila-policías" (lo de gorilas es por el aspecto que se gastaban las criaturicas) y se pusieron a chillar a un pobre señor que estaba sentado en la terminal porque su mujer llevaba un material peligroso en el bolso. ¡Peligrosísimo! Llevaba maquillaje con vaya usted a saber que tipo de componente que es una amenaza para la seguridad nacional... siempre que tengas a mano un laboratorio químico, 10000 compuestos mas y años de preparación académica, claro.
Visto lo visto lo mas probable es que McGyver tenga vetado el acceso a cualquier aeropuerto. Si cualquier mujer con maquillaje es un peligro potencial, McGyver podría causar estragos combinando un sandwich de pollo (de esos que llevan 5 días en el mostrador hechos y cuestan como un viaje a las Maldivas, ida y vuelta, para un equipo completo de fútbol), 2 pilas vacías y un chicle de clorofila...
Pero no solo le chillaban al pobre hombre, al que toda la movida lo pillo vigilando el bolso de su señora, sino que encima le quitaron los billetes de avión, el pasaporte y lo obligaron a pagar una multa allí mismo si quería recuperar su documentación. Alucinante...

Y del interior del avión casi que me lo ahorro. Vale, yo estoy gordo y tal, pero eso no tiene nada que ver con que no me quepan las rodillas. ¿Para quien hacen los asientos? ¿Para pigmeos?

En fin, que todo esto viene a cuento de lo que paso en el avión cuando aterrizaba en Barcelona camino a mis vacaciones. Llegando desde München, hombro con hombro con no se quien mas (menos mal que por lo menos estaba en el pasillo), aburrido y deseando llegar. Termina de aterrizar de aterrizar el piloto y de repente... ¡se ponen a aplaudir¡ ¡APLAUDIR! Manda narices (por no decir cojones)... Te tratan a patadas pero ¡yuju! ¡que contentos estamos!

Hay que joderse...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Pedro,

¿Estás aún en München? ¿Vas a seguir escribiendo?
Un saludo
sofi

Danda dijo...

A mí también me quitaron la mostaza dulce para echarle a las salchichas blancas en el aeropuerto de Frankfurt. Yo venga a decirle a la mujer del control "no, esto no es un líquido, es una pasta, no es lo mismo, mira, le doy la vuelta al bote y no se cae" y ni por esas.

Esta entrada veo que es de hace un año. Si esto hubiera ocurrido ahora, lo de aplaudir al acabar el vuelo tendría otro sentido ("menos mal que estamos vivos"). Vamos, que como nuestras vidas dependen de un par de pilotos, hay que agradecérselo. Quizás también deberíamos darle más a menudo un abrazo al médico que nos ha operado para salvar nuestras vidas, pero eso inexplicablemente ya no lo he visto tanto.

Apoliticamente Incorrecto dijo...

Quillooooooooo soy Acedo, habe si nos cuenas mas cositas pichita.