domingo, agosto 19, 2007

No hay quien pueda con ellos

A dos días vista de cogerme un avión (en realidad un par de ellos) que me deje en casita por un par de semanas voy a contaros una cosa que realmente me quema mucho de los deutsches: su absoluta incapacidad para tratar con el cliente.
Y es que es verdad, aquello de "el cliente siempre tiene la razón" es algo que por aquí, sencillamente, nunca se escuchó. No quiero decir que el servicio sea tan criminal, aunque muchas veces parece que los camareros no te están dando un servicio por el que pagas, sino que te están haciendo un favor o algo al atenderte. No estamos en el tercer mundo, pero hay muchos aspectos en los que se podría mejorar...

- El "beilage": El beilage (pronunciado bailague) es el acompañamiento de cualquier plato aquí en un restaurante. Creo que el beilage es una especie de dictado sagrado emanado por algún dios antiguo en la cultura alemana por lo que es casi como sacrilegio el pretender cambiarlo. Así de sencillo. Tu vas a un restaurante y lo que venga en la carta es lo que hay, ni más ni menos. Y ya no hablo de decir "cámbiame las patatas por una ensalada" o "en vez de arroz ponme un poco de col lombarda", no, que va... cosas tan simples como "a mí no me ponga ensalada" o "sin patatas, por favor" van más allá de las posibilidades del cocinero. Lo que viene en el plato es lo que viene. Si te gusta te lo comes y si no, lo dejas a un lado y te jodes... Ellos son asín... hay que quererlos, jejeje.

- Mezclar cosas de dos platos. Muy al hilo de lo anterior, por cierto, creo que tiene multa o algo, porque es como inconcebible aquí. Recuerdo una anécdota en la cantina de BMW comprando en el stand de las verduras (sí cabrones, en el de las verduras). En el stand de verduras en BMW te cogías un plato y te sacabas de lo que te apeteciera de los distintos tipos de verdura (mayormente cocida) que había en el stand. Lo curioso es que de vez en cuando ponen algún plato distinto y tal. Pues un día me encuentro que hay rollitos de queso fresco envueltos en no se qué y me pillo dos o tres. Al llegar a la caja a pagar, el siguiente diálogo:

Cajera: Los rollitos vienen con la patata. (Una patata asada sequerona con más mala pinta que los pollos del simago y que normalmente sabe peor que pegarle a un padre con un calcetín "sudao" y pedirle la paga)
Yo: Ya, bueno, pero no quiero la patata.
Cajera: Pero es que los rollitos vienen con la patata.
Yo: Pero no me apetece la patata, he cogido la verdura.
Cajera: Pero es que los rollitos VIENEN con la patata...

Me lo has repetido 3 veces, no hace falta que sigas por ahí, lo entendía a la primera... Es uno de esos momentos en los que uno se da cuenta de que la conversación no va a ningún lado. Yo soy tauro y cabezón. Probablemente en el orden inverso, así que paco - jones, misco - jones...

Yo: Y no me puede cobrar las 2 COSAS?

Es la salida natural y lógica. Le doy total potestad para cobrarme cada cosa por separado, aún cuando me coma la jodida patata. Sé feliz y sonríe, acabas de timar a otro pobre idiota con el truco del rollito de queso y la patata sequerona, de manual en cualquier recopilatorio de timos entre "el de la estampita" y el "timo nigeriano". ¿Qué cajero no sería feliz cobrando de más por nada con el total y absoluto consentimiento del cliente? Pues cualquiera menos uno deutsche...
Total, comer en el stand de verduras cuesta la friolera de 3,53 leuros. Si me cobra doble todavía es menos de lo que ando pagando ahora en EADS...

Cajera refunfuñando: Bueno...

Me cobra.

No sé cuanto, pero más de lo normal.

Cajera cuando me estoy yendo y con mala leche: PERO IBA CON LA PATATA...

Que paciencia hay que tener a veces...

La última me la han hecho hoy. A la vuelta de la barbacoa (ahh, bueno, sí, hemos hecho barbacoa hoy) quería comprar algo de chocolate que andábamos con antojo por casa. Aunque es domingo y lo del tema de encontrar algo abierto es complicado (otro día hablaré de lo "mucho" que trabajan aquí las tiendas) me encuentro en una pastelería del centro que estaba abierta todavía pero recogiendo, aunque había mucha gente comprando todavía. La idea era comprar algo con chocolate y no tenían casi nada, pero en un mostrador a otro lado de la pastelería veo que venden bombones y me pongo, iluso de mí, a esperar que alguien me atienda. Al cabo del rato de que las tropecientas dependientas me vean, me sonrían, y sigan a otra cosa, me voy a donde estaban despachando y les pido que me atiendan, que quiero comprar bombones en el otro lado. Después de decirme no se qué, veo que alguien se acerca, así que me acerco al mostrador.

Yo: Quería unos bombones de estos (señalando unos bombones que tenían en el mostrador y que venden al peso).
Dependienta: Es que está cerrado.
Yo: ¿Cómo? Pero si son estos de aquí.

Había un montón de bombones, y no eran precisamente baratos, así que no entendía porque no quería vendermelos.

Dependienta: Pero es que de estos ya no vendemos, está cerrado. Tengo estos empaquetados que sí te vendo y tal...

En otro mostrador estaban despachando dulces a mansalvas y había una cola del copón, pero que mala suerte la mía, el comité de orden y disciplina mayor de München, por lo visto, prohibe que el Rischart (nombre de la susodicha pastelería) venda bombones de pastelería los domingos 19 de agosto a partir de las 6 y 25 minutos de la tarde... es decir... 5 minutos antes de que preguntara yo... Lo que no prohíbe es vender cajitas montadas con la fotito de München con precio de guiri gilipollas, claro está.

Dicen que si no puedes con él, únete... únete al deutsche en este caso... pero yo me estoy quitando.

Por cierto, los bombones empaquetados ni siquiera están muy buenos :-p

2 comentarios:

Unknown dijo...

Quizás ése es el comportamiento que distingue más fuertemente a los pueblos germanos y latinos. Cuando el germano tiene una norma (como tus ejemplos de platos en el menú u hora de cierre), la cumple al 100%, sin dudar. Cuando el latino tiene una norma, busca todos los putos resquicios para saltársela, flexibilizarla o adaptarla a lo que, en el momento justo de aplicación, le salga del escroto.

En los casos que has dicho, tanta rigidez resulta irritante, pero en otras situaciones, por ejemplo, que con un contrato de 40 horas, hagas 40 exactas y no 50 porque "todo el mundo se queda 2 horas más", que en la puerta de una discoteca con aforo disponible puedas entrar independientemente del color de tus zapatos o que un bar con terraza en la calle cierre a las 23:00 como dice la ordenanza municipal y no a las 2:35 para poder vender más cócteles a 8 euros (y a los vecinos que les jodan), prefiero el cumplimiento de la norma. Al menos sabes a qué atenerte.

PD: En la próxima barbacoa no me escaquearé.

Carcadiz dijo...

Pues sí Josemi, como bien dices, todo tiene su parte positiva y su parte negativa, aunque en este caso yo quería hablar de lo que queman estos casos, siempre con un poco de sorna, claro está. De todos modos, en todos los lados se cuecen habas, porque yo en lo de las discotecas discrepo, los porteros aquí tienen las mismas tonterías que en España...