martes, septiembre 26, 2006

La naranja mecánica y el codillo

Estos posts están llegando tarde por una razón elemental... no tengo tiempo.
Con mi novia aquí el poco tiempo libre que me deja el trabajo debo, por motivos obvios dedicarselo a ella. Pero bueno, para desgracia mía se va mañana y desde entonces tendré oportunidad de volver a la regularidad con la que escribía anteriormente.

Aprovecho para hablaros del finde y de la paranoia más gorda que he visto en mi vida. Después de cenar (y de un día tranquilo para recuperarnos de la juerga de la OktoberFest) el sábado fuimos a un garito aquí en München a tomar algo después de cenar. Al entrar parecía un garito normal, pero ¡¡¡¡sorpresa!!!! resultó ser una especie de orgiódromo o algo parecido. Sé que suena raro, pero me explico. El garito en cuestión estaba lleno de salas distintas, todas con un aire rarito... pero en concreto, en la que estuvimos nosotros, había una especie de macrocama-sofa a todo lo largo de dos paredes para que te subieras, te tiraras cómodo con los almohadones mientras el que quería bailaba al lado. Ni que decir tiene que a mí me encantó... Normalmente para cuando entro en los garitos estoy bastante acabao y deseando volver a casa a sobar, así que aquí es perfectamente posible echarte a dormir cómodamente mientras el que quiere baila, jejeje. O te tumbas en plan romano a tomarte la copa tranquilamente. En esta ocasión porque iba con Macamen, a quien le gusta bailar y eso, pero la próxima me tiro y no me levanto hasta irnos, jejeje. Todo era como blanco neutro en la decoración y estaban proyectando una especie de videoclip extraño en la pared que me recordaba mucho a la estética de "La naranja mecánica", mítica película de S. Kubrik, así que me estuve atento no fuera a ser que nos pusieran palillos en los ojos y nos obligaran a ver imágenes del mal para amansarnos, jejejeje. (No soy yo exagerao ni ná). Después de toda la paranoia y de las copas a 9 lerus y medio (dicho sea de paso...) tiramos para casa para descansar, pues el domingo nos ibamos al campo como las cabras.

El domingo fuimos a comer a un biergarten que está en un monasterio en lo alto de una colina en un pueblo de las afueras de München. En dicho biergarten hacen su propia cerveza los monjes (¡y qué cerveza!) y tienen tanto helles como negra. Además, también son famosos por su codillo de cerdo, que es un leñazo de carne de los que le saltarían dos lagrimones a Miguelín comiéndoselo. Jugoso jugoso y lleno de carne... ¡¡¡aghhh!!! No, si se me va a caer la baba y todo. Para no tener remordimientos al comernoslo subimos dando un "paseo" desde el pueblo hasta el monasterio. Hasta aquí todo maravilloso. El "único" problema es que llegamos al pueblo cerca de las 3 de la tarde y que lo que iba a ser un pequeño paseo de media hora se convirtió en hora y pico de sudor y cuestas por el bosque al decidir Carlos intentar un camino nuevo. Camino nuevo que resulto ser un rodeo de narices a la montaña antes de subir a la colina. Tampoco viene mal el ejercicio... Una vez arriba pudimos disfrutar del codillo, de la cerveza (Macamen le está cogiendo un gustillo a la birra de aquí que me asusta, cosa por otra parte normal teniendo en cuenta la calidad de las cervezas aquí), del Apfelstruddle (un pastel de manzana buenísimo típicamente bávaro) y de un día de sol inmejorable. La vuelta por el bosque fue un poquito peor, casi se nos hace de noche en el bosque y las chicas estaban asustadillas (cosa a la que Carlos y yo, de cabrones, contribuíamos haciendo comentarios acerca de un supuesto oso del lugar, jejeje.) pero no pasó a mayores.

Prometo rellenar esto de fotos con el garito raro y el codillo en cuanto me las descargue de la cámara y tenga un poquillo de tiempo. Lo del garito no tiene desperdicio, lo prometo.

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