Con el catálogo en la mano

La verdad es que ahora entiendo como se sienten mis hermanas, jejeje. Resulta que el trato con el que he llegado con Alfredo es que me regala todos los muebles que hay en su habitación. Es un pelotazo, tan solo comprar las cajoneras y la mesa de estudio me costaría un dinero curioso, curioso. Tan solo hay una pega, que no es tal en verdad. Alfredo no tiene cama. Tiene un colchón puesto en el suelo sobre el que duerme todos los días. La verdad, conociendo la historia, a la novia (taiwanesa) y su futuro en taiwan (se muda en dos semanas para allá), se entiende "ferpestamente".
Pero yo no voy ni a taiwan, ni tengo una novia taiwanesa (la mía es gaditana, y de las mejores) ni tengo ganas de aprender chino mandarín como él. Así que me estoy buscando una cama.
Y aquí estoy, con el catálogo del Ikea en la mano, dandole vueltas a qué cama me compro y cuanta pasta me gasto.
Ya me conocéis, me gustan las camas grandes. En sevilla tenía una de matrimonio y en casa tengo otra. Soy así de comodón, ese es mi problema. Así que ando dándole vueltas sobre cual será la opción mejor y sobre si merece la pena gastarse un poco más de dinero o no. La verdad es que un buen colchón es algo de necesidad, pero tampoco puedo tirar muchos cohetes. Entre que tengo que comprar sábanas, un nórdico, la cama, el somier y el colchón, el montante final asciende tela que te cagas...

Pero bueno, seguiré dandole vueltas al catálogo a ver si me convenzo de algo. Cuando me decida os lo cuento.